martes, 16 de junio de 2015

EL REGRESO DE LAS 343 «GUARRAS»



EL REGRESO DE LAS 343 «GUARRAS»

Nunca pensé que en pleno siglo XXI me tocaría escribir un artículo sobre el aborto.  Por muy surrealista que parezca, desgraciadamente es así.
No voy aquí a relatar el proceso histórico de la legalización del aborto, ni voy a incurrir en un análisis científico desde una perspectiva sociológica, sino que voy a hacerlo desde mi voz de mujer, de mujer indignada.
Ni tan solo voy a escribir, voy a gritar, gritar para denunciar la inmundicia de la innegable injustica de un gobierno arcaico, que en base a su ya tan reclamada mayoría absoluta gobierna con absoluto totalitarismo.
Para situarnos un poco – y entrar en el termostato de la indignación – aquí los principales puntos de la ley sobre el aborto de Gallardón: en primer lugar, se eliminará la ley de plazos, es decir que la interrupción del embarazo en las 14 primeras semanas dejará de tener vigencia, por lo que se le quita a la mujer el derecho a decidir sobre su cuerpo, esta decisión siendo delegada a un tercero, además de dificultar, por no decir anular, el acceso gratuito a dicha prestación. En segundo lugar, ya no se autorizará tampoco el aborto en caso de malformaciones fetales (se autorizará supuestamente en los casos más graves, todo un eufemismo dependiendo del criterio de quién evalúe… recemos – válgame la ironía – que no nos toque un/a lunática antiabortista), sin tener en cuenta el deseo de la madre así como sus posibilidades económicas. Finalmente, agrupando los dos últimos puntos que, en mi opinión, están correlacionados, se derogará el derecho a abortar a las menores de 16 y 17 años sin el consentimiento de los padres, hecho importante ya que dicha ley no contempla la prevención de embarazos no deseados y la educación en salud sexual, que siguen siendo de especial relevancia en una sociedad en donde persisten tabúes y prejuicios obsoletos derivados de una educación todavía patriarcal y, sí osemos decirlo, machista.
Todo esto nos lleva pues de nuevo a la penalización del aborto, permitiendo así a esos « animales» incluir de nuevo el delito de aborto en el Código Penal.
Vienen a mi mente imágenes en blanco y negro, una multitud de mujeres inundando las calles, sin miedo, juntas, luchando por sus derechos, su libertad. Con esta aberración mal llamada ley, estamos abocadas, las mujeres, a regresar a unos tiempos más que oscuros. Volveremos a ver marchar a aquellas que se lo puedan permitir a abortar al extranjero, las demás, las que no puedan, volverán a acudir a clínicas clandestinas exponiéndose así a las infecciones y a quedarse estériles – eso en el mejor de los casos – o a la muerte. Entiendo que esto es una lucha de todos, pero creo que las mujeres debemos de estar en las primeras líneas, primero por nosotras, luego por nuestras mayores y finalmente por nuestras menores. Yo me declaro en lucha, aunque siempre lo he estado, ahora lo estoy más que nunca. No nos van a quitar lo que tanto ha costado de conseguir, cueste lo que cueste. No sé si recodaréis El Manifiesto de las 343, apelado a posteriori El Manifiesto de las 343 guarras (Le Manifeste des 343 salopes, publicado el 5 de abril de 1971 en el número 334 de la revista francesa Le nouvel Observateur), éste rezaba así:

Un millón de mujeres abortan cada año en Francia.
Ellas lo hacen en condiciones peligrosas debido a la clandestinidad a la que son condenadas cuando esta operación, practicada bajo control médico, es una de las más simples.
Se sume en el silencio a estos millones de mujeres.
Yo declaro que soy una de ellas. Declaro haber abortado.
Al igual que reclamamos el libre acceso a los medios anticonceptivos, reclamamos el aborto libre.

343 mujeres firmaron el manifiesto, un manifiesto en el que declaraban haber abortado en una época en donde esto les suponía poder ser sometidas a procedimientos penales pudiendo ir hasta la encarcelación. 343 mujeres, entre las cuales habían rostros conocidos como los de Simone de Beauvoir, Colette Audry, Monique Wittig, Alexandra Stewart, Marguerite Duras – por citar algunas – todas ellas firmaron, no les tembló ni la mano ni la pluma, sin embargo la gran mayoría de entre ellas no habían abortado…. ¿Por qué lo hicieron? Por  solidaridad, por su amiga, por su hija, por su hermana, por cada una de entre nosotras. Mi pregunta es ahora ¿Nos tocará recurrir de nuevo al manifiesto? Dé por seguro señor Gallardón, en el caso de que sea así, que yo lo firmaré sin miedo ni titubeos, sin vergüenza. Lo firmaré como lo firmaron ellas. Me uniré a todas las valientes «guarras» del mundo entero que un día hicieron historia, labrándonos así el camino, un camino hacia la libertad, la justica y la solidaridad. ¡Ojalá pudiesen usted y los suyos sentir algo de vergüenza! Pero para ello deberían primero dotarse de humanidad.
Han encendido ustedes la llama, cada vez estamos más cerca del estallido. En un decorado de otros tiempos, como mujer, reclamo el derecho a decidir sobre mi propio cuerpo, reclamo el derecho al aborto libre y gratuito, y llamo a todas las mujeres a unirse a esta lucha, a nuestra lucha.
¡Nosotras parimos, nosotras decidimos!
Elisabeth Monerris Navarro.