EL REGRESO DE LAS 343 «GUARRAS»
Nunca pensé que en pleno siglo XXI me tocaría escribir un
artículo sobre el aborto. Por muy
surrealista que parezca, desgraciadamente es así.
No voy aquí a relatar el proceso histórico de la
legalización del aborto, ni voy a incurrir en un análisis científico desde una
perspectiva sociológica, sino que voy a hacerlo desde mi voz de mujer, de mujer
indignada.
Ni tan solo voy a escribir, voy a gritar, gritar para
denunciar la inmundicia de la innegable injustica de un gobierno arcaico, que
en base a su ya tan reclamada mayoría absoluta gobierna con absoluto
totalitarismo.
Para situarnos un poco – y entrar en el termostato de la
indignación – aquí los principales puntos de la ley sobre el aborto de
Gallardón: en primer lugar, se eliminará la ley de plazos, es decir que la
interrupción del embarazo en las 14 primeras semanas dejará de tener vigencia,
por lo que se le quita a la mujer el derecho a decidir sobre su cuerpo, esta
decisión siendo delegada a un tercero, además de dificultar, por no decir
anular, el acceso gratuito a dicha prestación. En segundo lugar, ya no se
autorizará tampoco el aborto en caso de malformaciones fetales (se autorizará
supuestamente en los casos más graves, todo un eufemismo dependiendo del
criterio de quién evalúe… recemos – válgame la ironía – que no nos toque un/a
lunática antiabortista), sin tener en cuenta el deseo de la madre así como sus
posibilidades económicas. Finalmente, agrupando los dos últimos puntos que, en
mi opinión, están correlacionados, se derogará el derecho a abortar a las
menores de 16 y 17 años sin el consentimiento de los padres, hecho importante
ya que dicha ley no contempla la prevención de embarazos no deseados y la
educación en salud sexual, que siguen siendo de especial relevancia en una
sociedad en donde persisten tabúes y prejuicios obsoletos derivados de una
educación todavía patriarcal y, sí osemos decirlo, machista.
Todo esto nos lleva pues de nuevo a la penalización del
aborto, permitiendo así a esos « animales» incluir de nuevo el delito de aborto
en el Código Penal.
Vienen a mi mente imágenes en blanco y negro, una multitud
de mujeres inundando las calles, sin miedo, juntas, luchando por sus derechos,
su libertad. Con esta aberración mal llamada ley, estamos abocadas, las mujeres,
a regresar a unos tiempos más que oscuros. Volveremos a ver marchar a aquellas
que se lo puedan permitir a abortar al extranjero, las demás, las que no
puedan, volverán a acudir a clínicas clandestinas exponiéndose así a las
infecciones y a quedarse estériles – eso en el mejor de los casos – o a la
muerte. Entiendo que esto es una lucha de todos, pero creo que las mujeres
debemos de estar en las primeras líneas, primero por nosotras, luego por
nuestras mayores y finalmente por nuestras menores. Yo me declaro en lucha,
aunque siempre lo he estado, ahora lo estoy más que nunca. No nos van a quitar
lo que tanto ha costado de conseguir, cueste lo que cueste. No sé si recodaréis
El Manifiesto de las 343, apelado a
posteriori El Manifiesto de las 343
guarras (Le Manifeste des 343 salopes,
publicado el 5 de abril de 1971 en el número 334 de la revista francesa Le nouvel Observateur), éste rezaba así:
Un millón de mujeres
abortan cada año en Francia.
Ellas lo hacen en
condiciones peligrosas debido a la clandestinidad a la que son condenadas
cuando esta operación, practicada bajo control médico, es una de las más
simples.
Se sume en el silencio a
estos millones de mujeres.
Yo declaro que soy una de
ellas. Declaro haber abortado.
Al igual que reclamamos el
libre acceso a los medios anticonceptivos, reclamamos el aborto libre.
343 mujeres firmaron el manifiesto, un manifiesto en el que declaraban
haber abortado en una época en donde esto les suponía poder ser sometidas a
procedimientos penales pudiendo ir hasta la encarcelación. 343 mujeres, entre las
cuales habían rostros conocidos como los de Simone de Beauvoir, Colette Audry,
Monique Wittig, Alexandra Stewart, Marguerite Duras – por citar algunas – todas
ellas firmaron, no les tembló ni la mano ni la pluma, sin embargo la gran
mayoría de entre ellas no habían abortado…. ¿Por qué lo hicieron? Por solidaridad, por su amiga, por su hija, por
su hermana, por cada una de entre nosotras. Mi pregunta es ahora ¿Nos tocará
recurrir de nuevo al manifiesto? Dé por seguro señor Gallardón, en el caso de
que sea así, que yo lo firmaré sin miedo ni titubeos, sin vergüenza. Lo firmaré
como lo firmaron ellas. Me uniré a todas las valientes «guarras» del mundo
entero que un día hicieron historia, labrándonos así el camino, un camino hacia
la libertad, la justica y la solidaridad. ¡Ojalá pudiesen usted y los suyos
sentir algo de vergüenza! Pero para ello deberían primero dotarse de humanidad.
Han encendido ustedes la llama, cada vez estamos más cerca
del estallido. En un decorado de otros tiempos, como mujer, reclamo el derecho
a decidir sobre mi propio cuerpo, reclamo el derecho al aborto libre y
gratuito, y llamo a todas las mujeres a unirse a esta lucha, a nuestra lucha.
¡Nosotras parimos, nosotras decidimos!
Elisabeth Monerris
Navarro.
(Artículo publicado en: http://www.aramultimedia.com/ca/tribuna_oberta/el_regreso_de_las_343_%E2%80%98guarras_-15696.html)