domingo, 13 de febrero de 2011

MADAME BOVARY A TRAVÉS DE LUCIA DI LAMMERMOOR


El Amor es un tema sobre el cual se han escrito páginas y páginas. Por consecuente he querido, tal día como hoy, dedicar esta entrada al Amor. Se podría decir muchas cosas del y sobre el Amor.
¿Cuántas veces hemos amado o deseado amar y ser amados? ¿Cuántas formas de Amor hemos pensado e inventado? Tantas preguntas muchas veces sin respuestas acuden a nuestra mente cuando nos paramos a pensar en tan noble sentimiento.
Madame Bovary ha sido sin duda una de las grandes obras si no LA gran obra de Gustave Flaubert. Emma es una de las figuras clave de esta novela y representa en ella la esencia misma de un romanticismo en declive. En uno de los pasajes Flaubert se inspira en la Ópera de Lucia di Lammermoor, a través de la cual Emma, sin aún saberlo, está siendo testigo de su propia tragedia, así asistimos a la unión ineluctable de dos mujeres, Emma y Lucía, unidas por una pasión que no tiene más desenlace que la muerte, la muerte de una esperanza, de unas ilusiones, en definitiva de una era.
Aquí os dejo un pequeño vídeo de mi propia cosecha en donde podréis leer un pasaje de esta famosa obra de Flaubert (traducido al castellano) acompañado del famoso sexteto de la Ópera de Lucia di Lammermoor al cual remite la escena. (Emma está viendo la Ópera)
Espero que sea de vuestro agrado y lo disfrutéis.




 

jueves, 10 de febrero de 2011

SOBRE PRÍNCIPES Y PRINCESAS.



Es indudable que los cuentos han marcado nuestra infancia. Por lo mismo han tenido una influencia de forma consciente o inconsciente en nuestra vida adulta.
¿Esos cuentos infantiles son tan inofensivos como parecen? ¿O son una bomba de relojería peligrosa?
Los cuentos han acunado nuestra infancia esto es una obviedad, pero por otro lado han contribuido a la asimilación de comportamientos y modelos que resultan ser obsoletos para nuestros tiempos. Estos son a la vez un reflejo de las costumbres de una sociedad, hecho por el cual es importante que estos relatos se adapten a los cambios sociales. Docere et delectare, decía Aristóteles en su Ars poetica. Función que podemos decir cumplen los cuentos infantiles. Si vamos más allá, siguiendo de nuevo a Aristóteles cuyos conceptos sobre el teatro son aquí también aplicables, los cuentos proporcionan una información sobre las buenas costumbres y los modelos a seguir, es de esperar, por lo tanto, que el receptor los integre y los imite. Asimismo, conviene aquí preguntarse si las costumbres y modelos que vehiculan los cuentos son adecuados en la actualidad.
Ahora bien, dicho lo anterior, fijémonos en el papel que desempeña la mujer en estos cuentos. Esas mujeres son princesas, frágiles e ingenuas. Respecto a sus características intelectuales no podemos hacer ninguna apreciación ya que es latente que están ausentes del estereotipo de la princesa. Al igual que es harto sencillo constatar la pasividad de estas mujeres. La cenicienta, la Bella Durmiente, Blancanieves, etc., son mujeres que no se caracterizan precisamente por tener un papel activo en el relato, permanecen a la espera y en el sueño. Así me vienen unas palabra de Hélène Cixous “Lit de naissance-lit d’accouchement- lit de mort” (“Cama de nacimiento- cama de parto- cama de muerte”), palabras con las cuales la autora define la vida de la mujer. De ahí que la mujer sea un objeto pasivo e inanimado en lugar de ser un sujeto pensante, activo e independiente. La primera percepción de la mujer es justamente la que vehiculan estos cuentos.
Años de lucha para cambiar el papel y la percepción de la mujer en la sociedad, para crear un nuevo referente femenino otro que el establecido por el patriarcado, para finalmente transmitir de forma incansable un viejo patrón que ya no tiene cabida en nuestra realidad.
Encontramos, entonces, en esos cuentos a mujeres que están “adormecidas” a la espera de que empiece su vida, y su vida empieza cuando el príncipe las libera de su desgracia porque ellas obviamente son incapaces de hacerlo por ellas mismas, por lo tanto adquiere felicidad y libertad a través de la figura masculina. Este mensaje perceptible para una mente adulta como la nuestra es imperceptible para la mente de un niño o de una niña, sin embargo tiene efectos más devastadores dado el hecho de que se impregnan profundamente en su inconsciente asimilándose así plenamente. Esta asimilación es por lo tanto más fácil si contamos con el hecho de que a esas edades la barrera entre la realidad y lo imaginario son ínfimas, el problema acontece entonces cuando llegamos a la edad adulta. El cuento permanece en nuestro interior y esperamos vivir nuestro propio cuento en donde seamos el protagonista, las mujeres por lo tanto esperan a su vez SU príncipe azul. No obstante, ellas no son esas princesas ni ellos esos príncipes.
Antes de proseguir, hablemos de la figura del príncipe que tampoco hace justicia a los hombres. Este aparece siempre al principio y al final del cuento, y su presencia no es demasiado relevante, tampoco tenemos demasiada, por no decir ninguna, información acerca de su perfil psicológico. Su caracterización se basa única y exclusivamente sobre aspectos físicos.
Los hombres y las mujeres de hoy en día no se asemejan en nada a esos patrones, así las mujeres sienten una inadecuación respecto a esa princesa que un día quiso ser, lo mismo ocurre con el hombre cuyo caso es un tanto más complejo, ya que así como las mujeres han sabido crear un nuevo referente femenino, los hombres sin embargo carecen de uno que pueda adecuarse al referente renovado de la mujer, lo que acaba por acarear un problema relacional entre ambos sexos.
Todo esto nos lleva a preguntarnos si es conveniente seguir transmitiendo este tipo de valores, y en el caso de hacerlo, no habría que investirlos de una mirada crítica. No obstante ¿no sería más apropiado actualizar dichos cuentos adaptándolos a nuestros tiempos?
Lo cierto es que no podemos pretender romper con unos valores y querer implantar unos nuevos si seguimos transmitiendo esos mismos valores en mi opinión obsoletos, todavía arraigados en un pasado sumido en el más férreo patriarcado.
Y para acabar con un toque de humor, pensárselo dos veces antes de leer estos tipos de cuentos a una niña si no queremos que una vez llegada a la edad adulta, tras descubrir que su príncipe azul no existe y que por lo tanto no vendrá nunca a rescatarla de su triste vida, se pase los treinta años siguientes en cura psicoanalítica.  

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