sábado, 26 de noviembre de 2011

AL PUEBLO.




Aquí me hallo, cual hombre vagando en la oscuridad pensando en los años de luchas históricas de un pueblo a quien la historia no ha hecho justicia. Un pueblo es algo más que un conjunto de seres humanos, un pueblo, EL pueblo, es la viva imagen de los oprimidos, porque por pueblo entiendo aquellos y aquellas que han sido aplastados por las ansias de poder y de codicia de una clase caprichosa, sumida en el egoísmo y la inhumanidad más profunda.
Pobre  mi pueblo, que han ahogado en su ignorancia, miserable legado de unos tecnócratas sin piedad que han usado del mismo con el único fin de esclavizarte. Ellos, los despiadados, han salido victoriosos e impunes. Es hora de que se haga justicia, me viene entonces a la mente un pasaje de Las Moscas de Jean-Paul Sartre que dice así:

JÚPITER.— Egisto, criatura mía y hermano mortal, en nombre de este orden al que servimos los dos, te lo mando: apodérate de Orestes y de su hermana.
EGISTO.— ¿Son tan peligrosos?
JÚPITER.— Orestes sabe que es libre.
EGISTO (vivamente).— Sabe que es libre. Entonces no basta cargarlo de cadenas. Un hombre libre en una ciudad es como una oveja sarnosa en un rebaño. Contaminará todo mi reino y arruinará mi obra. Dios todopoderoso, ¿qué esperas para fulminarlo?
JÚPITER (lentamente).— ¿Para fulminarlo? (Una pausa. Con cansancio, agobiado.) Egisto, los dioses tienen otro secreto...
EGISTO.— ¿Qué vas a decirme?
JÚPITER.— Una vez que ha estallado la libertad en el alma de un hombre, los dioses no pueden nada más contra ese hombre. Pues es un asunto de hombres, y a los otros hombres —sólo a ellos— les corresponde dejarlo correr o estrangularlo.

El conocimiento conduce a un pueblo a la libertad, privarlo del mismo lo hace esclavo de un sistema perverso en el cual son simples marionetas en manos de unos verdugos sin escrúpulos. Hay que romper sin miedo las cadenas que nunca debimos aceptar. Como parte de este mismo pueblo me declaro libre y por ello, al más puro estilo zolaciano, proclamo: ¡Yo acuso!
Yo acuso a todos aquellos que han sido partícipes o cómplices de la innoble corrupción, expoliando así a un pueblo indefenso.
Yo acuso a todos aquellos que han menospreciado años de lucha por la conquista de unos derechos históricos, golpeando así a un pueblo heroico en la base de su libertad.
Yo acuso a todos aquellos que ven en la esclavitud de un pueblo su éxito afianzado, deshumanizándolo y arrebatándole por la misma su dignidad.
Yo acuso a todos aquellos que ante el profundo sufrimiento de un pueblo abatido muestran la más gran indiferencia, muestra infame de su absoluta crueldad.
Yo acuso a todos aquellos que han hecho creer al pueblo su libertad, encerrándolo así en la pantomima de esta falsa democracia.
Finalmente, yo acuso a todos aquellos que vapulean sin razón a un pueblo en su acto de rebelión, acusándolo de insensato, violento, radical, irresponsable, antidemocrático… y que a guisa de castigo le reprime violentamente. Pues, qué es la revuelta de un pueblo sino un acto de amor y de generosidad.
Pueblo, como la palabra te quiero libre y valiente, rompe tus cadenas y abraza la libertad.